Un depósito a plazo fijo, tal y como hemos avanzado en anteriores posts, es un producto financiero mediante el que un particular o una empresa deposita una cantidad de dinero en una entidad bancaria a cambio de una contraprestación. Se denomina “a plazo fijo”, o a plazo acordado, porque efectuamos el préstamo al banco durante un periodo de tiempo determinado para conseguir una remuneración.
El plazo estipula el tiempo que permanecerá inmovilizada la cantidad de dinero que hemos ingresado en el banco: un año, meses, etc. Los intereses, por su parte, se podrán percibir a la fecha de vencimiento o incluso antes, como es el caso del Depósito Tú+ de Renault Bank.
Un depósito bancario a plazo fijo tiene una serie de características que lo diferencian de un depósito a la vista. Son las siguientes:
La rentabilidad de un depósito a plazo fijo aumenta siempre con el plazo. Es decir, cuanto más tiempo tengas tus ahorros inmovilizados, más rentabilidad te podrá aportar la entidad. Esto es así por lógica: el banco tendrá que pagar todo ese tiempo de no acceso a tu dinero.
Ahora bien, no todas las entidades financieras aportan las mismas ganancias. El porcentaje dependerá del mercado y de la necesidad de los bancos de captar fondos.
Si, por ejemplo, ingresáramos 10.000 euros en un depósito con un plazo de un año y un tipo de interés del 0,65 %, a finales de año obtendríamos una cantidad de 10.065 euros. Muchos bancos, como Renault Bank, tienen calculadoras propias con parámetros como importe a depositar, plazos e importe a recuperar.
Para saber cómo calcular los intereses de un depósito a plazo fijo, necesitaremos conocer cuánto dinero vamos a depositar, el plazo que permanecerá ese dinero en el banco y la tasa de interés, expresada en un porcentaje. Este porcentaje es lo que distingue a unos bancos de otros, pues unos prometen más rentabilidad que otros.
Los beneficios de tener un depósito de estas características son ya conocidos, pero procedemos a exponerlos de forma esquemática aquí:
Productos bancarios
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