¿Y si ahorrar no siempre fuera tan bueno como pensamos? Imagina una situación en la que, por intentar proteger tu economía personal, estás contribuyendo indirectamente a debilitar la economía general del país. Parece contradictorio, ¿verdad? Eso es precisamente lo que plantea la paradoja del ahorro, un concepto clave de la economía keynesiana que desafía nuestras ideas más comunes sobre el ahorro y el consumo.
La paradoja keynesiana del ahorro es una teoría desarrollada por el economista británico John Maynard Keynes durante la Gran Depresión de los años 30. En aquel contexto, el desempleo y la caída del consumo llevaron a muchos hogares a reducir drásticamente sus gastos para ahorrar más.
Lo que Keynes observó fue que este comportamiento colectivo, aunque racional a nivel individual, tenía efectos negativos a nivel macroeconómico. Al disminuir el gasto en consumo, se reducía la demanda agregada, lo que provocaba menos ingresos para las empresas, más despidos y, en última instancia, una economía más débil.
En otras palabras, lo que es bueno para la salud financiera de una persona o familia (ahorrar más) puede ser perjudicial si todos lo hacen al mismo tiempo.
La paradoja del ahorro se basa en una relación fundamental: en una economía, el gasto de una persona es el ingreso de otra. Si muchas personas deciden ahorrar para cuidar de su economía familiar al mismo tiempo, dejan de consumir ciertos bienes y servicios. Esto reduce los ingresos de empresas y trabajadores, generando un ciclo de menor actividad económica sintetizado en estas fases:
Así, el aumento del ahorro puede terminar reduciendo el ahorro total disponible, porque los ingresos generales disminuyen.
Supón que una familia decide no salir a cenar fuera durante varios meses para ahorrar. Esto, en sí mismo, no es un problema. Pero si muchas familias hacen lo mismo, los restaurantes empiezan a ver una caída en sus ventas. Algunos tendrán que reducir personal o incluso cerrar. Los empleados despedidos, al perder ingresos, consumirán aún menos, afectando a otros sectores.
Lo mismo puede ocurrir con otras decisiones: retrasar compras, cancelar vacaciones, no renovar el coche… Todas estas decisiones pueden ser sensatas individualmente, pero pueden frenar el crecimiento económico si se dan de forma masiva y simultánea.
La paradoja del ahorro se vuelve especialmente relevante durante una crisis económica, cuando la incertidumbre empuja a los hogares a descubrir nuevas formas para ahorrar más. Paradójicamente, ese aumento del ahorro colectivo puede agravar la recesión.
Los gobiernos, conscientes de este fenómeno, suelen aplicar políticas fiscales expansivas en tiempos de crisis: incentivos al consumo, bajadas de impuestos, ayudas directas… con el objetivo de mantener la demanda y evitar que el ahorro masivo frene la recuperación.
Un ejemplo reciente es lo ocurrido durante la pandemia de la COVID-19, cuando muchos países impulsaron el gasto público y ofrecieron ayudas a las familias para sostener el consumo en un contexto de gran incertidumbre.
No, ahorrar no es malo en sí mismo. Es fundamental para la estabilidad financiera personal, para poder afrontar imprevistos y planificar a largo plazo. Sin embargo, el problema aparece cuando todo el mundo decide ahorrar más al mismo tiempo, especialmente en épocas de inestabilidad económica.
La clave está en el equilibrio. Una economía sana necesita tanto consumo como inversión y ahorro. Por eso, a la hora de ahorrar, elige productos que te ayuden a rentabilizar tus finanzas. Con la Cuenta Contigo de Renault Bank tienes una rentabilidad del 2,02 % TAE y disponibilidad total del dinero, para mantener ese equilibrio entre gasto y ahorro.
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